Pacientes, padres, hijos, esposas, maridos, amigos, doctores y enfermeras, todos, de vez en cuando tenemos que afrontar la enfermedad. Cualquiera que sea nuestro papel podemos participar en la curación, tanto la del cuerpo como la del espíritu.
La gente atenta, tanto profesionales como no profesionales, percibe las necesidades del espíritu. Cuando se dan cuenta de su parte en la curación y que ésta se expande y profundiza se convierten en una comunidad curativa.
Todos somos humanos delante de la enfermedad, incluso los profesionales de la medicina, y llevamos con nosotros a la habitación del paciente nuestras actitudes, miedos, necesidades y recuerdos. La mayoría sentimos incomodidad y puede que angustia.
La nueva situación dispara una repuesta emocional inesperada, las defensas pueden perderse o endurecerse, una relación puede romperse, un modelo familiar puede cambiar, podemos sentir:
INCOMPETENCIA: "Todos me dicen lo que tengo que hacer. He perdido el control de mi vida y me siento como si fuera un niño". Un paciente.
INEPTITUD: "No sé qué hacer o qué decir cuando voy a verle, me siento desvalido". Un hombre con un amigo seriamente enfermo.
FALTA DE HUMANIDAD: "Siento que necesito que se me cuide como a una persona y no como un objeto numerado y sin valor". Un paciente de hospital.
VULNERABILIDAD: "La gente dice que soy fría. No puedo soportar comprometerme emocionalmente. No puedo hacerme cargo" Una enfermera.
MIEDO: "Me da miedo quedarme solo. ¿Porqué‚ me dejan solo? Quiero a mi mamá". Un niño en el hospital.
ENOJO: "Me peleaba con todo el mundo.... mi debilidad me enojaba". Un paciente después de una operación a corazón abierto.
También pude haber:
CAMBIOS EN LAS RELACIONES: "Me siento perdido... es como si un muro se hubiera levantado entre nosotros". El marido de una enferma de cáncer.
INCOMPRENSIÓN: "El doctor me dijo que estaba haciendo progresos. Me imagino que no pudo decirme que mi marido se estaba preparando para morir. Hubiera ayudado muchísimo". La esposa de un paciente que no comprendió un cambio en el comportamiento de su marido.
PODEMOS AYUDARNOS LOS UNOS A LOS OTROS A AFRONTAR LA ENFERMEDAD. PODEMOS EMPEZAR INTENTANDO CONVERTIRNOS EN PERSONAS CURATIVAS.
Todos somos curadores que podemos ofrecer salud y a la vez somos pacientes en constante necesidad de ayuda.
En la habitación del enfermo, un doctor o una enfermera concretos pueden no ser personas curativas, aunque sean profesionalmente competentes, pero un familiar atento puede llegar a ser una fuerte asistencia curativa. Cualquiera puede convertirse en una persona curativa.
Podemos esmerarnos en:
* Mostrarnos completamente los unos a los otros: Morris J. Wessel, médico de Connecticut dice que "cuanta más atención presto a lo que los pacientes dicen más noto una corriente interna de defensa... me duele, me siento cansado y solo. Hay tanto de qué hablar ...".
*Aceptar las propuestas de los pacientes: "Trátenme como si estuviera sano, incluyanme en sus actividades, salgan conmigo, empleenme..." pedía un paciente de leucemia.
*Comunicarse completamente, dando y buscando información, compartiendo sentimientos. Una enfermera alivió la aflicción de un paciente seriamente enfermo, cuya esposa intentaba disimular; cada uno de los esposos pensaba que el otro "no podría sobrellevarlo". Ella les ayudó a hablar de ello, conseguir llorar juntos y sentirse aliviados.
*Ser sensibles: En un asilo de ancianos, una paciente le susurró a una de las ayudantes voluntarias, que había un hombre debajo de su silla de ruedas. Entonces la chica le dijo al "hombre" que dejara tranquila a la anciana. Unos minutos más tarde la mujer le dijo, "ya se fue, muchas gracias, me había estado molestando mucho últimamente".
*Admitir vulnerabilidad: Un hombre moribundo le pidió a la nueva enfermera que le hablara, ella le dijo, "no puedo, tengo demasiado miedo". El candor de la chica le convenció de que lo que ella había dicho no le importaba y ella se dio cuenta que bastaba con sentarse a su lado.
*Afrontar y quizás cambiar nuestra actitud con respecto a la muerte: "Hospicio" nombre de los refugios medievales para moribundos, significaba que las puertas estaban abiertas para el viajero en su jornada de una vida a la otra.
Muchos consideran la muerte como una puerta abierta, otros como el final de todo, algunos doctores y enfermeras la ven como un fallo y la mayoría de nosotros le tenemos miedo.
Nuestros sentimientos y creencias acerca de la muerte influencian nuestro modo de vida, lo que sentimos y el modo de actuar delante de la enfermedad.
Cuanto más se convierte usted en una persona curativa, menos necesidad hay de preguntar qué hay que decir, qué hay que hacer y cómo afrontarlo, más se aprende a pedir a Dios que su poder de curación se manifieste a través de usted, y deja la actitud de observador para entrar en la experiencia del otro, compartiéndola en cierto modo. Se vuelve compasivo.
"Les mandó a anunciar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos" (Lc 9,2)
Algunas formas de ayudar a una persona enferma:
* Avísele de su visita, y dígale cuanto rato se va a quedar. Sea oportuno y, por lo general, haga visitas cortas, prestando atención a los signos de dolor y fatiga.
* Colóquese a su nivel, siéntese, escuche, tóquela, establezca un verdadero contacto.
* El anticiparse es importante, mande algo con regularidad: una nota, una postal, una oración, un chiste o recortes de periódicos, pero recuerde que su presencia, siempre que sea apropiada, es el mejor regalo para el paciente.
* Diga la verdad, evite la falsa alegría y las palabras vacías. Decirle: "Tiene usted un aspecto inmejorable" a una persona que sufre, física o espiritualmente, es no prestarle atención a su dolor. Un abrazo o un gesto puede decir tanto o mas que las palabras.
* Ofrezca su ayuda concreta al paciente o a su familia; encargarse de los niños, hacer recados, llevar a alguien.
* Evite criticar el cuidado que el paciente recibe. Puede ser molesto.
* Deje que el paciente le guíe en lo que quiere o necesita en vez de imponer sus propias ideas. Pregunte: ¿Qué quiere que haga por Usted? Y esté dispuesto a hacerlo.
* Deje que el paciente le dé algo por incomprensible o poca cosa que sea.
* Trate al paciente como una persona, no como una enfermedad, note, si Ud. es el doctor o la enfermera, de que llamar a un paciente por su nombre de pila puede ser degradante.
* Deje que un paciente moribundo encuentre el alivio de hablar de sus sentimientos o asuntos pendientes. Las personas más allegadas pueden ayudar al paciente a aceptar la muerte.
"Por eso, confiesen unos a otros sus pecados, y oren unos por otros para que sean sanados". (Stgo 5,16)
Dondequiera que la gente compasiva está junta, ya sea como paciente, miembro de la familia, amigo, doctor, enfermera, clérigo, ayudante o voluntario hay un interés mutuo como personas.
"Así, pues, recíbanse unos a los otros como también Cristo nos recibió a nosotros, para la gloria de Dios" (Rm 15,7)
Texto extraído de: mscperu.org
2 comentarios:
Hola guapa,
29 marzo, 2011 20:59Precisamente en mi blog hablo hoy sobre una peli de alzheimer. Te gustará.
un abrazo.
Hola Juanjo, mil disculpas, ando muy liada. Gracias por estar siempre cerca.
02 mayo, 2011 13:19Me imagino que el nano estará hecho un hombrecito, no?
Un fuerte abrazo.
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Gracias por tus palabras, siempre son bienvenidas.
Recibe mi abrazo más luminoso.
Nota: Siento añadir verificación de palabra, tema spams.