Estudié en un colegio donde una pequeña parte de las alumnas eran sordomudas. Recuerdo cuando, al final de curso, debíamos realizar una tabla de gimnasia al ritmo de la música.
Durante el curso, las compañeras sordomudas vivían en su mundo, se reunían entre ellas y si querías entrar en su grupo tenías que ser aceptada, eran un poco desconfiadas, se sabían diferentes, para mí eran todo un reto.
Aprendí un poco, con su ayuda, la lengua de signos y estando entre ellas descubrí como se relacionaban, sus conversaciones y preocupaciones, todas ellas muy alejadas de las que las demás vivíamos en ese momento.
Durante los dos últimos meses del curso, cuando preparábamos la tabla, se materializaba lo que yo esperaba durante todo el curso, la relación directa, comunicación total. Recuerdo especialmente a Ana María, una chica morena, de mi misma edad, extrovertida y risueña. No tenía problemas de relación. Igual te felicitaba un día por cualquier cosa que al siguiente te montaba una bronca inmensa por algo en lo que ella estaba en desacuerdo. Era genial.
Para preparar la tabla había que aprovechar todos los tiempos del recreo. Ellas decidían quienes eran las cabecillas de sus grupos, quienes se reunían con algunas de nosotras y empezábamos a buscar músicas diferentes, a elegir las canciones para cada grupo.
A Ana Mari le encantaba la música con mucho ritmo. Mantenía sus manos sobre los altavoces y cerraba los ojos, poco tiempo después empezaba a moverse. Yo debía enseñarle a moverse siguiendo el ritmo. Después, consiguiendo que ella lo memorizase y a partir de ahí creando pasos enlazados con ejercicios de gimnasia.
Cuando llegaba el gran día, venían nuestras familias a ver el espectáculo. Nos sentíamos las dos muy orgullosas de lo realizado, ella por hacerles sentir a sus compañeras de grupo lo que se sentía con la música y yo por hacer de "corre, ve y dile" de lo que escuchaba. Los abrazos que nos dábamos al final de cada tabla, eran como si hubiéramos conseguido la medalla de oro en unos juegos olímpicos. Todos los años mi madre me decía: !A ver si este año no acabas llorando!. Nos emocionábamos mucho.
Guardo un profundo, sentido y bello sentimiento de aquellos días, y tal vez por ello, gesticulo bastante.
Ver el siguiente vídeo, me ha transportado a aquellos días y me he vuelto a emocionar, va creciendo la conciencia de la integración. Es fabuloso.
Aprendí un poco, con su ayuda, la lengua de signos y estando entre ellas descubrí como se relacionaban, sus conversaciones y preocupaciones, todas ellas muy alejadas de las que las demás vivíamos en ese momento.
Durante los dos últimos meses del curso, cuando preparábamos la tabla, se materializaba lo que yo esperaba durante todo el curso, la relación directa, comunicación total. Recuerdo especialmente a Ana María, una chica morena, de mi misma edad, extrovertida y risueña. No tenía problemas de relación. Igual te felicitaba un día por cualquier cosa que al siguiente te montaba una bronca inmensa por algo en lo que ella estaba en desacuerdo. Era genial.
Para preparar la tabla había que aprovechar todos los tiempos del recreo. Ellas decidían quienes eran las cabecillas de sus grupos, quienes se reunían con algunas de nosotras y empezábamos a buscar músicas diferentes, a elegir las canciones para cada grupo.
A Ana Mari le encantaba la música con mucho ritmo. Mantenía sus manos sobre los altavoces y cerraba los ojos, poco tiempo después empezaba a moverse. Yo debía enseñarle a moverse siguiendo el ritmo. Después, consiguiendo que ella lo memorizase y a partir de ahí creando pasos enlazados con ejercicios de gimnasia.
Cuando llegaba el gran día, venían nuestras familias a ver el espectáculo. Nos sentíamos las dos muy orgullosas de lo realizado, ella por hacerles sentir a sus compañeras de grupo lo que se sentía con la música y yo por hacer de "corre, ve y dile" de lo que escuchaba. Los abrazos que nos dábamos al final de cada tabla, eran como si hubiéramos conseguido la medalla de oro en unos juegos olímpicos. Todos los años mi madre me decía: !A ver si este año no acabas llorando!. Nos emocionábamos mucho.
Guardo un profundo, sentido y bello sentimiento de aquellos días, y tal vez por ello, gesticulo bastante.
Ver el siguiente vídeo, me ha transportado a aquellos días y me he vuelto a emocionar, va creciendo la conciencia de la integración. Es fabuloso.
IMAGÍNATE
Imagina que no existe el Cielo
Es fácil si lo intentas,
Sin el infierno bajo nosotros,
Arriba nuestro, solo cielo.
Imagina a toda la gente
Viviendo el hoy ...
Imagina que no hay países,
No es difícil de hacer,
Nada por lo que matar o morir,
Ni tampoco religión,
Imagina a toda la gente,
Viviendo la vida en paz ...
Imagina que no hay posesiones,
Quisiera saber si puedes,
Sin necesidad de codicia o hambre,
Una hermandad de hombres,
Imagina a toda la gente,
Compartiendo el mundo ...
Puedes decir que soy un soñador,
pero no soy el único,
Espero que algún día te nos unas,
Y el mundo vivirá como uno solo.
"Imagine" de John Lenon
Vídeo promocional extraído de la serie "Glee" (Alegría).
2 comentarios:
El mundo vivirá como uno solo...
10 marzo, 2010 16:27ÉL ya vive como uno solo... pero nos esforzamos en dividir y separanos de ÉL.
Preciosa canción , Edda... siempre fue una de mis preferidas.
Un fuerte abrazo, hermana.
Carmen.
Andamos para unirnos.
12 marzo, 2010 10:22Un gran abrazo amiga.
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Gracias por tus palabras, siempre son bienvenidas.
Recibe mi abrazo más luminoso.
Nota: Siento añadir verificación de palabra, tema spams.