Entra en un jardín zen

Dice la leyenda, que un emperador japonés al ver terminado su jardín felicitó al jardinero y le dijo: "Es el jardín más hermoso que he visto y esa roca (una de las que estaban allí) es la más bella de todas". Rápidamente, el jardinero tomó la roca y la lanzó al mar y le explicó a su rey: "Ahora todo es perfecto, ahora puede completarse la armonía. Un jardín, como la vida, tiene que ser visto en su conjunto. Si nos detenemos en la belleza del detalle, el resto nos puede parecer feo y entonces se romperá el equilibrio".

Las piedras, en esta clase de jardines, guardan una simbología propia, pues representan los acontecimientos vitales, los obstáculos y las oportunidades.

Estos jardines son asimétricos, como lo son el mundo y la naturaleza y así invitan al hombre a participar, de otra forma, si la naturaleza fuera simétrica no nos invitaría a formar parte de ese universo utópico.

El jardín zen fue creado, en principio, como un instrumento para la meditación, transmitiéndonos armonía y equilibrio. Meditar supone lograr la captación directa de la realidad, sin que el pensamiento actúe como intermediario, ya que el lenguaje y el pensamiento alteran la realidad, la modifican, la cambian. Lo que se pretende a través de los jardines zen es mostrar que la realidad no debe ser entendida desde el pensamiento, sino desde lo que se llama la intuición pura.

El rastrilleado de la arena alrededor de las rocas simboliza las ondas que se producirán en la superficie de un lago si cayera una gota de agua, pues al igual que la gota altera la superficie lisa, el pensamiento acude a la mente para interpretar esa realidad y es entonces cuando la modifica.

Los elementos necesarios son la arena, para neutralizar los malos pensamientos, actitudes y emociones negativas y crear un ambiente lleno de tranquilidad y serenidad; las piedras, que representan los obstáculos o experiencias de la vida y las que son irregulares y asimétricas llevan una carga mayor energética; los cristales de cuarzo, pues reciben, almacenan y transmiten energía positiva y así generan armonía, y al ser transparente están relacionados con valores como la sencillez, la humildad y la modestia; las conchas o caracoles, ellos nos ponen en contacto con el mar y representan tranquilidad y paz; y las velas que ayudan en muchos procesos de meditación creando ambientes que propician el relajamiento.