Además de los enanos, existía otra numerosa estirpe de pequeñas criaturas llamadas los Liosalfar, elfos blancos, que habitaban en el reino del aire, entre el cielo y la tierra. Eran gobernados por el afable dios Frey desde su palacio en Alfheim.
Eran seres hermosos y benéficos, tan puros e inocentes que su nombre se derivaba de la misma raíz de la palabra latina "blanco" (albus). Eran tan pequeños que podían moverse rápidamente sin ser vistos mientras cuidaban de las flores, los pájaros y las mariposas y, como tenían gran pasión por la danza, a menudo descendían a la Tierra sobre un rayo de luna, para bailar en la hierba.
Cogidos de las manos, danzaban en círculos, formando los "anillos mágicos", que se adivinaban debido al tono más verde y a la exuberancia de la hierba que sus pequeños pies habían pisado.
Si cualquier mortal se situaba en medio de estos anillos mágicos podía, según la creencia popular inglesa, ver a los duendes y ganarse su favor. Sin embargo, los escandinavos y los teutones afirmaban que el infeliz debía morir.
Estos elfos, que en Inglaterra eran llamados hados, eran músicos entusiastas y se deleitaban especialmente con cierta música conocida como la danza de los elfos, la melodía era tan irresistible que nadie que la oyera podía evitar ponerse a bailar. Si un mortal, acertando a oír esta música, se aventuraba a reproducirla, se encontraba súbitamente incapaz de parar y era forzado a seguir tocando y bailando hasta que moría de fatiga, a menos que fuera lo suficientemente hábil como para tocar la melodía al revés o alguién cortara compasivamente las cuerdas de su violín. Sus oyentes, que se veían obligados a bailar mientras la música perdurase, podían parar sólo cuando ésta cesara.
En tiempos posteriores, se dijo que los elfos estaban gobernados por el rey de los enanos, que al ser un espíritu del inframundo, fue considerado como un demonio y se le permitió que conservara los poderes mágicos que los misioneros le habían arrebatado al dios Frey.
En varios paises del norte de Europa, el rey de los duendes era conocido como Oberón, Andvari, Alberich, Elbegast, Gondemar o Laurin. Él gobernaba la tierra de las hadas junto a su reina Titania y las más importantes festividades de la Tierra se celebraban en el solsticio de verano. Era entonces cuando los duendes se congregaban a su alrededor y bailaban con más alegría.
Éstos elfos, al igual que los brownies, los huldrafolks, los kobolds, etc., supuestamente visitaban las moradas humanas y se decía que sentían un malicioso placer enmarañando las crines y las colas de los caballos. Estos enredos eran conocidos como nudos de elfos y siempre que un granjero los divisaba, declaraba que sus caballos habían sido cabalgados por los elfos durante la noche.
Los escandinavos y los teutones ofrecían sacrificios a los elfos para que les fueran propicios. Los sacrificios consistían en ofrecer algún pequeño animal o en un cuenco de miel y leche, se conocía como Alfblot y se llevaba a cabo a finales de otoño.
Muchos de los elfos vivían con los árboles y plantas que ellos cuidaban aunque es un misterio cuanto tiempo vivían o si eran eternos, ya que no envejecían.
Las doncellas del musgo, el bosque o los árboles, aunque increíblemente hermosas cuando eran contempladas por delante, estaban tan ahuecadas como un hoyo cuando eran vistas por detrás.
Ellas aparecen en muchos de los relatos populares, casi siempre como espíritus benevolentes y serviciales, ya que siempre estaban dispuestas a hacer el bien por los mortales y a cultivar relaciones amistosas con ellos.
Eran seres hermosos y benéficos, tan puros e inocentes que su nombre se derivaba de la misma raíz de la palabra latina "blanco" (albus). Eran tan pequeños que podían moverse rápidamente sin ser vistos mientras cuidaban de las flores, los pájaros y las mariposas y, como tenían gran pasión por la danza, a menudo descendían a la Tierra sobre un rayo de luna, para bailar en la hierba.
Cogidos de las manos, danzaban en círculos, formando los "anillos mágicos", que se adivinaban debido al tono más verde y a la exuberancia de la hierba que sus pequeños pies habían pisado.
Si cualquier mortal se situaba en medio de estos anillos mágicos podía, según la creencia popular inglesa, ver a los duendes y ganarse su favor. Sin embargo, los escandinavos y los teutones afirmaban que el infeliz debía morir.
Estos elfos, que en Inglaterra eran llamados hados, eran músicos entusiastas y se deleitaban especialmente con cierta música conocida como la danza de los elfos, la melodía era tan irresistible que nadie que la oyera podía evitar ponerse a bailar. Si un mortal, acertando a oír esta música, se aventuraba a reproducirla, se encontraba súbitamente incapaz de parar y era forzado a seguir tocando y bailando hasta que moría de fatiga, a menos que fuera lo suficientemente hábil como para tocar la melodía al revés o alguién cortara compasivamente las cuerdas de su violín. Sus oyentes, que se veían obligados a bailar mientras la música perdurase, podían parar sólo cuando ésta cesara.
En tiempos posteriores, se dijo que los elfos estaban gobernados por el rey de los enanos, que al ser un espíritu del inframundo, fue considerado como un demonio y se le permitió que conservara los poderes mágicos que los misioneros le habían arrebatado al dios Frey.
En varios paises del norte de Europa, el rey de los duendes era conocido como Oberón, Andvari, Alberich, Elbegast, Gondemar o Laurin. Él gobernaba la tierra de las hadas junto a su reina Titania y las más importantes festividades de la Tierra se celebraban en el solsticio de verano. Era entonces cuando los duendes se congregaban a su alrededor y bailaban con más alegría.
Éstos elfos, al igual que los brownies, los huldrafolks, los kobolds, etc., supuestamente visitaban las moradas humanas y se decía que sentían un malicioso placer enmarañando las crines y las colas de los caballos. Estos enredos eran conocidos como nudos de elfos y siempre que un granjero los divisaba, declaraba que sus caballos habían sido cabalgados por los elfos durante la noche.
Los escandinavos y los teutones ofrecían sacrificios a los elfos para que les fueran propicios. Los sacrificios consistían en ofrecer algún pequeño animal o en un cuenco de miel y leche, se conocía como Alfblot y se llevaba a cabo a finales de otoño.
Muchos de los elfos vivían con los árboles y plantas que ellos cuidaban aunque es un misterio cuanto tiempo vivían o si eran eternos, ya que no envejecían.
Las doncellas del musgo, el bosque o los árboles, aunque increíblemente hermosas cuando eran contempladas por delante, estaban tan ahuecadas como un hoyo cuando eran vistas por detrás.
Ellas aparecen en muchos de los relatos populares, casi siempre como espíritus benevolentes y serviciales, ya que siempre estaban dispuestas a hacer el bien por los mortales y a cultivar relaciones amistosas con ellos.
Al no afectarles el paso del tiempo, los elfos alcanzaban altos grados de gran sabiduría no sólo en las facetas que más les gustaba la música, la danza y las artes, también conocían los secretos de la naturaleza y de las hierbas mágicas, los astros y el futuro, viajar sobre los rayos del sol y desarrollar su habilidad con el arco, aunque también sabían de la lucha con espada y puñal.
Hay una leyenda sobre doncellas elfas que montadas sobre unicornios, no daban por perdida ninguna lucha, consiguiendo grandes victorias.
Hay una leyenda sobre doncellas elfas que montadas sobre unicornios, no daban por perdida ninguna lucha, consiguiendo grandes victorias.
6 comentarios:
Me ha gustado mucho. Me encantan las hadas, y los Elfos. La entrada te ha quedado fenomenal, con unas imágenes muy bonitas.
04 noviembre, 2009 11:33Abrazo
Estupendo JJ, me alegro. Me cuesta mas encontrar las imaganes que escribir sobre el tema ;).
04 noviembre, 2009 13:52Un abrazo.
Me encanta la mitología (aunque creo que ya te lo había dicho), jejeje
04 noviembre, 2009 19:07besos guapa.
Edda, el día 20 tenemos un café teatro solidario, informaré de ello el viernes en mi blog. A ver si os podéis acercar. Besos.
Curios todo ese mundo Astral de elfos, duendes, hadas, gnomos...
04 noviembre, 2009 22:12Recuerdo que a mi hija de pequeña le encantaban esas historias Edda... y a mi también. Y si encontrábamos algún cuento o narración... eran un espacio para abrir esa mente racional... y dar opción a manifestaciones infinitas de la energía divina...que cuida de todo lo creado.
Feliz semana, Hermana...y gracias por pasarte por mi sencillo blog!
Un nuevo Abrazo... élfico!
Carmen
Intentaré asistir Juanjo, a ver si animo a Crespo!
05 noviembre, 2009 12:53Besets.
Gracias Carmen, me llevo a la mitología nórdica el estudio de la runas.
05 noviembre, 2009 12:57Un placer que pases por aquí.
Un abrazo.
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Gracias por tus palabras, siempre son bienvenidas.
Recibe mi abrazo más luminoso.
Nota: Siento añadir verificación de palabra, tema spams.